martes, 21 de octubre de 2014

El año en que nos permitieron incluirnos en la vida de Miriam.

 https://www.youtube.com/watch?v=53SzLRoyfSQ

Estábamos en décimo grado cuando por los corredores del colegio empezó a desplazarse una figura delgada que para todos se hacia muy extraña,   saludaba con su voz particular y se convirtió en la comidilla de los recreos, ahora descansos. Todos ibamos a ver aquel personaje. En los descansos participaba en todo, se integraba y era un ser súper protegido por los de sexto, aunque yo creo que era al contrario.

Con el pasar de los días y luego de una reunión general en el patio central,  donde por vez primera se le hizo una presentación  formal a un estudiante del Instituto San Carlos, todo ya era normal hasta aquella mañana. Estaba por el hall de la entrada cuando me miró y me dijo que le ayudara a ir al baño, fue algo que detuvo el mundo y en aquel momento supe que Miriam nos había incluido en su vida, no fue la lucha de ahora por incluirse, no, ella nos incluyó a todos.

Estudié en un colegio masculino, todos eramos hombres pero en aquel año los hermanos lasallitas permitieron que una mujer entrara a estudiar con nosotros, ella era Miriam, una mujer delgada, con una letra preciosa, una capacidad intelectual envidiable, y una forma de adaptarse mejor que la de las cucarachas.

No se, y creo que no nos importó, cuál era la enfermedad de Miriam, pero ella debía desplazarse en silla de ruedas, cogía el lapicero entre ambas muñecas, al igual que la botella de cerveza. Aprendió a utilizar el lenguaje rudo de un colegio masculino y nos enseñó a moderarlo,  Era una par entre nosotros, jugaba, puteaba, pitaba partidos, si la memoria no me engaña creo que jugaba voleibol, y al graduarse estudió arquitectura o ingeniería.

Al principio un familiar la llevaba hasta el colegio y se quedaba para ayudarla en sus desplazamientos y en todo lo que necesitaba pero poco a poco se fue yendo y ya solo la debía llevar hasta cercanías de la entrada pues cualquiera la llevaba hasta el salón y cualquiera la llevaba en los cambios de clases.

Pero lo que realmente nos enseñó fue llevarla al baño, por su condición había que llevarla hasta un baño, que era para ella, cargarla, entrarla, ayudarla con la ropa y luego repetir la operación, eso fue en principio exclusividad del hermano, luego de las profesoras, luego de profesoras y profesores, luego de compañeros de curso y después del que pasara, así Miriam nos incluyo a todos, nos enseño a respetar las damas, a mirarla como lo que era: una persona con diversidad funcional, pero nadie la miró como menos, y nadie la irrespetó en su rol de mujer,  fue una compañera más, una amiga, en las fiesta se embriagaba y la cuidábamos como cuidábamos a cualquier otro compañero.

Gracias Miriam por incluirnos en tu vida, por permitirnos aprender que no existe diferencia ni de genero ni de condición. Miriam se graduó y su fotografía esta en el mosaico de ese año, no en un puesto especial porque ella nunca pretendió ser especial, solo pretendía y logró que la viéramos como un par.

Pero esta historia no es gratuita. A través de los distintos medios de comunicación muchos nos enteramos del suicidio de un muchacho que no aguantó la discriminación de las directivas y compañeros del colegio y eso me recordó a Miriam.

Por cuestiones de trabajo y amistad he aprendido a conocer y respetar la comunidad LGTBI, por cuestiones de salud y trabajo también  he conocido el mundo de las personas con diversidad funcional, y las cosas se han hecho mas fáciles cuando no buscan que yo los incluya en mi mundo sino cuando me permiten ser incluido en sus mundos.

El discurso de la inclusión se ha ido a extremos que sólo han hecho más difícil el acercamiento, la parte de la obligatoriedad y no del respeto ha hecho que los polos cada vez sean más opuestos. Para los que a veces hablamos en público se convirtió en un problema la obligación de feminizar las palabras,  o que lo diga el autor de: " los millones y las millonas"

Creo que la magia consiste en estar en los zapatos del otro y caminar con ellos, la persona más incluyente que he conocido es Miriam, ella nos incluyó a todos, nos trato como pares sin exigirnos cambiar, nos enseñó cómo era el mundo desde su perspectiva y compartió la nuestra.

Obligar a alguien a que incluya a otro es absurdo, no incluir por una simple disparidad de juicios o gustos lo es aun más y esto lo estamos viviendo en todos los aspectos del país, estamos manejando discursos absolutamente excluyentes con criterios de buenos y malos.

La vida no es eso, la vida es respeto, pero no solamente por la diversidad sino por lo tradicional, ese es el equilibrio que se debe obtener.

Escuchar y leer el trato de las directivas de un colegio contra un menor sólo por su gusto sexual da tristeza, pero también da tristeza la posición de aquellos que quieren obligar a otros a admitir lo que no les gusta, lo que se debe exigir es  respeto.

Leí algo que planteaba lo irónico de los que luchan contra el aborto, pero una vez nace y es homosexual lo desprecian, eso es absurdo, vida es vida, sin género ni distinciones pero si con respeto.

Por eso hoy y sin más discursos: Gracias Miriam por incluirnos sin pretender cambiarnos y sin cambiar.