martes, 31 de marzo de 2009

De los Complementos

El choque generacional ha sido una constante en el devenir de la historia del hombre. En las sociedades antiguas los viejos solucionaron el problema a través de la división del trabajo, ellos inventaron la gerontocracia y así aseguraban su permanencia en la tribu y los jóvenes se encargaban del trabajo físico, mejor dicho de mantener la tribu. Esto funcionó a la perfección hasta que los ancianos duraron mucho y los jóvenes se volvieron adultos y hubo unos ancianos menos viejos y otros más jóvenes. Así los ancianos que todavía podían valerse por sí mismo crearon la norma de que quien no pudiera valerse sería dejado atrás en los constantes viajes de las tribus, todo en pos del interés general, pero como estos ancianos viejos no podían morir así en vano, su muerte significaba que el espíritu de estos entraba a reforzar la visión de los que quedaban, la sabiduría no se extinguía con la muerte.

Muy bonito el cuento, pero a donde apunta esto, pues apunta a contextualizarlo en el ámbito laboral, desde el gobierno del ilustre hijo de Pereira se empezó a hablar del jardín, de los yupis de los muchachos muy jóvenes con más estudio que Einstein y dispuesto a manejar lo que les pusieran enfrente, esto implicó que lo que antes se demoraba una vida para ser obtenido se obtuviera muy antes y al yo no haber más hacia donde ascender hubo que colocar muchos requisitos para llegar a estos últimos peldaños laborales, luego llegó la reingeniería entonces el mensajero que organizó siempre la papelería requirió mínimo de estudiar una técnica y como ya tenía estudio entonces resultó jefe con personal a cargo pero en fin no hacía nada más que lo que siempre hizo, ahora más enredado y sistematizado pero ya los ascensos no eran verticales o piramidales sino horizontales, incluso se habla de la horizontalidad de la información en todas las instituciones.

Pero qué efecto práctico produjo todo esto? Pues resulta que ahora en las empresas y los puestos de trabajos oficiales encontramos personas con distintos tipos de vinculaciones , personas que por esos avatares de la legislación laboral tendrán que esperar más que muchos de sus compañeros para pensionarse, otros que sabemos que si Dios nos ayuda nos jubilaremos con apenas bríos de ir al médico a preguntar de que es que nos vamos a morir y peor aún otros que no piensan en esto y que están muy jóvenes, estudiando para llegar donde nosotros ya llegamos, dispuestos a realizar las funciones por sueldos inferiores y bajo condiciones laborales muy dispares a las nuestras, no en su favor sino en su contra. Esto ha formado unas tribus de ancianos, jóvenes ancianos y niños ya adultos que deben interactuar con esa diferencia que “los años dan” pero los que peor parte llevamos son esos jóvenes ancianos, estamos terminando los treinta y ya somos los viejos, a la mayoría ya les llevamos más de 15 años y peor aún cogimos todas las mañas y los desganos de los ancianos que ya no les importa nada más que llegar vivos a la jubilación y se fueron muriendo en vida. Que comparación ten espantosa a muchos los dejó de largo la tecnología, la formulación de proyectos, las nuevas formas de comunicación y lo duro es que no hacen nada por actualizarse. Ni que hablar de la disponibilidad, nos enfermamos mucho, la legislación laboral hace que seamos muy costosos para cualquier patrono y repudiamos los bríos de estos jóvenes tenaces preparados y con todas las ganas del mundo.

Pues señores no podemos dedicarnos a dar buenos consejos porque ya no somos capaces de dar malos ejemplos; no, tenemos que echar mano de todos los recursos que tenemos a nuestros alcances, juntarlos con las experiencia y las garantías laborales y ser los mejores o al menos los pares de estos jóvenes compañeros de labores, no olvidemos que cuando se vayan los que nosotros les decimos viejos, ya los ancianos seremos nosotros y nos van a dejar tirados en un trasteo y lo peor, estos no creen en pendejadas y nuestra alma solo servirá para cocinarnos en los profundos infiernos por perezosos.

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