miércoles, 18 de junio de 2014

En honor a: " El Niño de las Monjas, Pisa'mañita, Frasco, El Papá del Alquimista, El Alquimista" y Otros.

Pertenezco a una generación cuyos padres siempre dijeron que estudiáramos para ser alguien en la vida y que además agregaban: En esta casa no voy a admitir inútiles, con el modernismo paso a: en esta casa no voy a admitir vagos.

En cuanto a la primera frase, ya próximo a ajustar mis primeros 45 años y después de haber escuchado la expresión lapidaria al estar cargando un bebe: ¿Es su nieto? Me atrevo a decir que para ser útil no es requisito el ser estudiado, y por eso hoy tengo como inspiración estos personajes.

Empezaré de mayor a menor a hacer una corta descripción de cada uno: “Pisa´Mañita” carpintero de profesión, analfabeto pero lector incansable, ¿dónde aprendió a leer?  En unas minas y de forma autodidacta, analista político, hombre de palabras fluidas y de una ternura inmensa. Su apodo obedece a la capacidad de caminar sin hacer ruido sobre esos pisos de tablas de su terruño querido, su orgullo: siempre haber entregado  las camas debidamente ensayadas.

El “Niño de las Monjas” no terminó el bachillerato, pero nadie como él conocía y sabia la ubicación del archivo de la gobernación de Antioquia, aún sin haber tenido una profesión fue llamado por algunas instituciones para dictar clases de archivismo, propuesta declinada por su incapacidad de expresarse sobrio. Su apodo obedecía a su afición por las damas del “barrio” su mayor orgullo: creo que sus hijos.

Frasco, de profesión transportador, bachiller, gran tomador de aguardiente, excelente contador de historias, gran lector, radioescucha incansable, amante de Miguel Aceves, sabedor de muchas cosas incluso de cocina internacional por su gran don de poner cuidado a los temas que le interesan y de los cuales no tiene conocimiento, su orgullo, creo que su familia, nadie como el para entender a los equinos, nunca olvidaré la forma en que calmó un macho con mentol.

El papá del alquimista, no lo conozco pero está en esta lista por un simple dato: su hijo me dijo que  leyó aproximadamente mil libros y de un bar hizo el sitio cultural en la cuna de arrieros.

El alquimista, hombre sabio, graduado en mundología, de expresión fluida, profesiones varias, coach natural, gran analista, excelente contertulio, en frases de la “Doctora” un cerebro desperdiciado.

Podía hacer una lista más larga de personas que sin ser “estudiadas” si han servido, sin el afán de ser importantes, pero estos son mis referentes.

El servir es algo que gratifica el alma, que da alegría, que te mueve, te hace sentir vivo, ocupa tu tiempo, y expande todo tu ser. Una de las principales características del servicio es el movimiento, los vagos no hacen nada y esto implica estar en quietud, lo que hace que al igual que el agua estancada nos vayamos descomponiendo por la falta del oxígeno que da el movimiento. El que sirve es una persona vigorosa, que duerme bien, nada supera un alma tranquila para conciliar el sueño.

Este tipo de personajes tienen la sabiduría de hacer bien las cosas, de ocuparse de su labor  sin importar lo importante de la misma, solo había y hay que hacerlo bien. Recuerdo hoy la película del capitán América, esa extraña petición de su creador cuando le decía que no fuera el mejor soldado sino el hombre más bueno o mejor (depende de la traducción).

El otro grupo de personas son aquellas que quieren ser importantes y no siempre cuando se logra esto se es útil, algunas veces son los más inútiles, recordemos el delfín que no lee para aprobar leyes.

Entiendo que en esta postmodernidad la instrucción sea un elemento básico y casi único para poder ir alcanzando metas y sobrevivir en el mundo laboral, pero me he encontrado con muchachos muy  jóvenes que ya tienes su doctorados y al preguntarles que saben hacer contestan soy doctor en esto o en aquello pero en realidad no saben hacer nada, creo que este mundo necesita de gente que haga, que convierta sueños en realidades,  pero sobre todo que sirvan, que apoyen, que construyan,  maestros artesanos de vida.

Ojo no estoy diciendo que el estudio no sirva, estoy diciendo que hay que darle otra mirada  al estudiante, hay que personificarlo, hay que educarlo hay que preparar personas que desempeñen artes, profesiones, oficios, labores pero que ante todo sean seres humanos valiosos. En este momento suena en mi mente un estribillo de un vallenato que dice: “… si tú quieres ser zapatero solo quiero que seas el mejor…” así de sencillo hay que dar lo mejor de uno en el roll que nos corresponda desempeñar, el resto viene por añadidura.

Por eso hoy invito a todos a ser útiles, a hacer bien lo que nos ha correspondido, a dar lo mejor de cada uno de nosotros y a no olvidar a la madre Teresa de Calcuta quien al ser interrogada sobre si valía la pena salvar esos niños con lepra abandonados en los basureros de la India, simplemente contestó: Con que sonrían una vez en sus cortas vidas es suficiente para saber que valió la pena.

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