Pertenezco a una generación
cuyos padres siempre dijeron que estudiáramos para ser alguien en la vida y que
además agregaban: En esta casa no voy a admitir inútiles, con el modernismo
paso a: en esta casa no voy a admitir vagos.
En cuanto a la primera frase, ya próximo a ajustar mis primeros 45 años y después de haber escuchado la expresión lapidaria al estar cargando un bebe: ¿Es su nieto? Me atrevo a decir que para
ser útil no es requisito el ser estudiado, y por eso hoy tengo como inspiración
estos personajes.
Empezaré de mayor a menor a
hacer una corta descripción de cada uno: “Pisa´Mañita” carpintero de profesión,
analfabeto pero lector incansable, ¿dónde aprendió a leer? En unas minas y de forma autodidacta, analista
político, hombre de palabras fluidas y de una ternura inmensa. Su apodo obedece
a la capacidad de caminar sin hacer ruido sobre esos pisos de tablas de su
terruño querido, su orgullo: siempre haber entregado las camas debidamente ensayadas.
El “Niño de las Monjas” no
terminó el bachillerato, pero nadie como él conocía y sabia la ubicación del
archivo de la gobernación de Antioquia, aún sin haber tenido una profesión fue
llamado por algunas instituciones para dictar clases de archivismo, propuesta
declinada por su incapacidad de expresarse sobrio. Su apodo obedecía a su
afición por las damas del “barrio” su mayor orgullo: creo que sus hijos.
Frasco, de profesión
transportador, bachiller, gran tomador de aguardiente, excelente contador de
historias, gran lector, radioescucha incansable, amante de Miguel Aceves,
sabedor de muchas cosas incluso de cocina internacional por su gran don de
poner cuidado a los temas que le interesan y de los cuales no tiene
conocimiento, su orgullo, creo que su familia, nadie como el para entender a
los equinos, nunca olvidaré la forma en que calmó un macho con mentol.
El papá del alquimista, no lo
conozco pero está en esta lista por un simple dato: su hijo me dijo que leyó aproximadamente mil
libros y de un bar hizo el sitio cultural en la cuna de arrieros.
El alquimista, hombre sabio,
graduado en mundología, de expresión fluida, profesiones varias, coach natural,
gran analista, excelente contertulio, en frases de la “Doctora” un cerebro
desperdiciado.
Podía hacer una lista más
larga de personas que sin ser “estudiadas” si han servido, sin el afán de ser
importantes, pero estos son mis referentes.
El servir es algo que
gratifica el alma, que da alegría, que te mueve, te hace sentir vivo, ocupa tu
tiempo, y expande todo tu ser. Una de las principales características del
servicio es el movimiento, los vagos no hacen nada y esto implica estar en
quietud, lo que hace que al igual que el agua estancada nos vayamos descomponiendo
por la falta del oxígeno que da el movimiento. El que sirve es una persona
vigorosa, que duerme bien, nada supera un alma tranquila para conciliar el
sueño.
Este tipo de personajes tienen
la sabiduría de hacer bien las cosas, de ocuparse de su labor sin importar lo importante de la misma, solo
había y hay que hacerlo bien. Recuerdo hoy la película del capitán América, esa
extraña petición de su creador cuando le decía que no fuera el mejor soldado
sino el hombre más bueno o mejor (depende de la traducción).
El otro grupo de personas son
aquellas que quieren ser importantes y no siempre cuando se logra esto se es
útil, algunas veces son los más inútiles, recordemos el delfín que no lee para
aprobar leyes.
Entiendo que en esta
postmodernidad la instrucción sea un elemento básico y casi único para poder ir
alcanzando metas y sobrevivir en el mundo laboral, pero me he encontrado con
muchachos muy jóvenes que ya tienes su
doctorados y al preguntarles que saben hacer contestan soy doctor en esto o en
aquello pero en realidad no saben hacer nada, creo que este mundo necesita de
gente que haga, que convierta sueños en realidades, pero sobre todo que sirvan, que apoyen, que
construyan, maestros artesanos de vida.
Ojo no estoy diciendo que el
estudio no sirva, estoy diciendo que hay que darle otra mirada al estudiante, hay que personificarlo, hay
que educarlo hay que preparar personas que desempeñen artes, profesiones,
oficios, labores pero que ante todo sean seres humanos valiosos. En este momento suena en mi
mente un estribillo de un vallenato que dice: “… si tú quieres ser zapatero
solo quiero que seas el mejor…” así de sencillo hay que dar lo mejor de uno en el roll que nos corresponda desempeñar, el resto viene por añadidura.
Por eso hoy invito a todos a
ser útiles, a hacer bien lo que nos ha correspondido, a dar lo mejor de cada
uno de nosotros y a no olvidar a la madre Teresa de Calcuta quien al ser
interrogada sobre si valía la pena salvar esos niños con lepra abandonados en
los basureros de la India, simplemente contestó: Con que sonrían una vez en sus
cortas vidas es suficiente para saber que valió la pena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario