lunes, 2 de junio de 2014

Esos Hijos de doña Colombia.

Y volvió doña Colombia a la oficina, me contó que ya tenía más o menos solucionado el problema con la casa de don Antonio, pero ahora tenía un problema muy grande con una palomita blanca que tenia en la casa, sus dos hijitos habían decidido cogerla todo el día y la pobre paloma ya estaba toda apestada, ella los regañaba a toda hora, pero ellos no hacían sino coger el pobre animalito y mostrárselo a los amiguitos haciéndose pasar como grandes cazadores. 

Yo le dije que nada podía hacer por ella, ella era la mamá y debía corregir ese par de muchachos, si la cosa estaba muy dura debía ir a la Comisaría de Familia allá la ayudaban. Ella me dijo que no, estaba muy preocupada, esos muchachos estaban muy mal relacionados y que el problema era que cada uno estaba pidiendo la herencia del papá, un montañero salgareño guapo, palabroso, muy inteligente, de lengua rápida, gran montador, que había muerto hacia unos años pero que se aparecía por todas partes de la casa.

A mi se me salió el abogado y le pregunté por la masa herencial y ella me dijo que solo tenían una casita, unas rentas y un montón de deudas pero que ellos no eran hijos únicos, sino del último matrimonio, habían muchos otros muchachos, pero el único marido que había dejado alguna cosa era ese señor, le pregunté¿cual era el problema entonces?, que le diera a esos muchachos lo que les tocaba y que con el resto atendiera a los otros muchachos, ella se negó argumentando la posibilidad de que  derrocharan la platica en una sentada, ellos eran buenos pero las amistades los estaban perjudicando mucho, Manuelito estaba andando con unos muchachos con una ideas muy raras, le decían al niño que con esa platica lo que tienen que hacer es acabar con una empresita familiar, que eso de los patrones se tiene que acabar, que todos los trabajadores deben ser patrones, que no me haga caso que todos tienen voz y voto y que toda autoridad  y propiedad debe ser colectiva, son horribles son de una familia de un señor Jacobo.

La señora siguió con el otro muchacho Ivancito, ese estaba en las mismas, también andaba con muchachos raros, eran menos bullosos, pero más asolapaos, ellos decían que a los pobres trabajadores había que pagarles muy poquito,  traer mucha gente del campo y de los barrios altos para pagarle barato y así hacer más empresas, que los pobres trabajadores no pueden opinar ni decir nada, que yo la mamá tampoco puedo decir nada y me amenaza con un alfiler que si no lo apoyo me chuza, que los amigos de el son los únicos que pueden hablar y opinar y que el debe ser el único que piense y diga cómo se hacen las cosas en la casa, es muy llevado de su parecer como el papá, esos otros muchacho son de una familia de un señor Girondo, mmm quien sabe de donde sera con ese nombre tan raro, apuntó doña Colombia.

La señora entre llanto y llanto me dijo que esos muchachos estaban dedicados a destruirle la casa jugando a los policías y ladrones, pero jugaban muy brusco y  ya había resultado más de uno herido, al final del juego la pobre palomita era la que pagaba los platos rotos, porque cada vez que el uno o el otro ganaba cogían el pobre animalito y ya la tenían toda desplumada.

Le averigüe a la señora por la edad de los críos y me dijo que eran menores de edad, pensé: Se Salvó la Patria, le dije que no había problema, ella era la representante legal de los dos,  tenían que hacer lo que ella decidiera, le recomendé aprovechar esa minoría de edad para llevarlos a un buen colegio  y así aprendieran bien a sumar y restar para cuando les tocara la herencia  la supieran manejar en beneficio de ellos y del resto de hermanitos.

Le dije que no se preocupara que eso le pasaba a todos los muchachos, pero que les acordara el refrán :  Dime Con Quién Andas y Te Dire Quién Eres, y que a la palomita es mejor que le abriera la jaula y la dejara volar, no vaya ser que ese par de muchachos la resultaran matando. 

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