viernes, 5 de abril de 2024

#DESDEelPUPITRE

Algunas veces, y más por la acumulación de juventud(adultez), el pensar necesita salir, la palabra hablada no tiene receptor,  el diván psiquiátrico no soluciona nada, las noches son cortas, el frio del alma se junta con el del cuerpo, y entonces surgen los milagros en forma de aquellos objetos mágicos donde, como decía Mafalda, fue el comenzose de este acabose.

Hoy comienzo a escribir desde un viejo y mágico pupitre de escuela,  volveré a mirar y a sentir lo atemporal,  será un viaje sólo que es rápido, pero esperanzado en que se convierta en uno acompañado más lento pero con un camino mas largo. 

#DESDEelPUPITRE

Cualquier día de esos, de aquellos donde  sales a medir calles y a patear sus piedras, de esos donde llevas en el bolsillo de atrás  tu mejor cauchera(honda) y los otros bolsillos llenos de piedras mágicas listas para matar gigantes o apuntar al cielo, quebrarlo y sentir que el único oscuro no eres tu.

Si, un día de esos camine sin rumbo, con los audífonos puestos y soportando el peso de Atlas, llegue a la calle mágica de los anticuarios, esos seres que acumulan, en siempre pequeños espacios miles de objetos mágicamente cargados de historias, como siempre seguí de largo hasta que desde uno de aquellos objetos sentí que mi niño anterior me saluda, mire el elemento y era un viejo pupitre de madera, sentí que era mi viejo pupitre lasallista, aquel rallado de historias donde me sentaba con los ojos llenos de preguntas y ganas de entender el mundo.

Lo revise, principalmente la tapa y allí salí de la duda, sí, era mi viejo pupitre, aquel donde me sentaba a resolver preguntas y comencé a vivir aquellas que aun hoy no tienen respuesta.

Quede sin fuerzas, me senté nuevamente en ese viejo pupitre y  mágicamente fui otra vez ese niño lleno de sueños, esculque cada uno de los mensajes de su tapa, me parecía imposible estar otra vez sentado en esa maquina del tiempo,  mi mirada lo comprobaba, si ese era mi viejo pupitre y la prueba estaba ahí en ese corazón garabateado  con la primera navaja que herede de mi abuelo, era mi corazón, era distinto a los otros que tenían dos iniciales, el mío sólo tenia una, la mía...

Regrese al presente, negocie el pupitre, porque seria una falta de respeto no regatearle a un anticuario, y decidí llevar el viejo pupitre a mi casa cargándolo sobre los hombros, porque la vida por mas que pese es nuestra y hay que llevarla a cuestas, llegue a mi casa lo ubique me volví y me senté, mire mil veces aquel solitario corazón y reafirme la sensación de que en este Macondo mágico no transcurre el tiempo o al menos algunas cosas no cambian. 







 

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