lunes, 7 de abril de 2008

DE LOS MIEDOS

Hablar de los miedos es meterse en los bosques intrincados de la sicología, sus fobias y demás materias. Pero como no soy sicólogo sólo me preocuparé por los miedos que he sentido, que siento o que he visto a otros padecer.

Yo creo que los miedos en su gran mayoría son aprendidos pues cuando mi hija vivía conmigo habíamos logrado superar el miedo a los payasos, a los muñecos de los supermercados, y a los animales y cuando volvimos a salir los payasos, los muñecos y una gran parte del reino animal producen un esconderse detrás de papá, o a lo menos un fuerte apretón de mano, a mi manera de ver estos miedos hacen parte de los estudios de las ciencias del comportamiento.

Otros miedos son aquellos patológicos como mi miedo inmanejable a volar, me encanta la comodidad de los aviones, la posibilidad de viajar de una ciudad a otra sin el cansancio de diez horas o más en una vehículo, pero cuando me monto a ese aparato mi corazón, ahora mi diabetes, y todo mi ser me recuerda ese miedo visceral a estar volando, siempre he dicho que si Dios hubiera querido que el hombre volara le hubiera puesto un motorcito en el culo. Bueno este es otro tipo de miedo para que lo estudien los sabios.

Pero los miedo que mas sentimos son aquellos que más negamos, pues cuan miedo despierta un pequeño zancudo que ronda la cuna de tu hijo y te convierte en un despiadado cazador, o ese miedo que te paraliza cuando tu hijo se cae y se lastima el chichón que ya tenia en la cabeza, o aquel miedo que produce el día de entrega de notas o de exámenes. Yo creo que aquí el miedo es a asumir la responsabilidad de no haber fumigado, o de no haber cuidado al niño para que no se cayera, o de no haber estudiado para el examen o durante el semestre, en fin es ese miedo a que los hechos te demuestren tu irresponsabilidad o la falta de previsibilidad.

Existen otros miedos como son los del compromiso. Ese compromiso contigo, con tu salud, con tu trabajo, con tu mundo, en fine es mas fácil no ir donde el médico para que no te digan como van tus enfermedades entonces así darle rienda suelta a la falta de dietas, prescripciones medicas, trago desmedido y en fin miles de cosas que te matan lentamente y que tu de modo gracioso dices que no tienes afán, pero olvidas que tarde que temprano tu médico no te va a decir que estas enfermo porque te va a decir que estas muriendo; también es fácil dejar de lado las responsabilidades laborales y encontrar mil excusas para no hacer o hacer poquito, las excusas van desde la posibilidad de un traslado, pasando por el poder, la rosca política, la falta de personal o los años en una institución, en fin es mas fácil no hacer que hacer, por último es más fácil decir que los otros dañaron tu alma, que te estas cuidando de cualquier mal que tu pudieran volver a hacer en fin es mas fácil buscar chivos expiatorios que asumir tus responsabilidades.

Existen miedos que dependen de ciertas circunstancias, y para esto hablaré específicamente del miedo a perder la independencia. Con mucho trabajo logramos apropiarnos de nosotros, aprendemos a ser buenas compañías para nosotros mismos, logramos ser un buen compañero de viaje para nosotros mismos, y en ese duro trasegar de conocernos y volvernos mejores la vida nos pone frente a ese parangón de compartir la vida con alguien, los que vivimos solos sabemos de que hablo, esa independencia no es fácil de dejar, ese sentirnos amos de nosotros y de nuestro espacio, esa compañía rica de nuestros propios pensamientos o de nuestros silencios que no son rotas por nada ni por nadie, en fin cada día nos convertimos en seres más individuales y la compañía permanente nos aterra, los ratos son buenos desde que no riña con nuestra rutina, en fin es difícil superar ese miedo a compartir espacios, pero este se enfrenta al miedo a llegar a la ancianidad sin nadie al lado, porque algunos hemos aprendido que nunca estamos solos desde que nos tengamos a nosotros mismos, pero la compañía material de ese otro nos pone a pelear con esta rica independencia; cual será la pregunta que debemos de formular frente a esto, no lo se, lo único que se es que el compartir de una vida debe tener cimientos más sólidos que los simples formalismos sociales, o el querer tener un estatus social, y mucho menos el cumplir un sueño creado por las fantasías de príncipes y princesas. En fin cuando los que nos hemos recuperado para nosotros mismos decidamos compartir esta vida, las razones no serán las de todo mundo puesto que ya aprendimos a ser responsables con nosotros y con los otros.

Pero el miedo que más me atormenta es el que me produce la pérdida de capacidades que produce la vejez, es un miedo doble que se combina con rabia. Me desespera la pérdida de memoria, de motricidad, de manejo de esfínter, en fin no se que es peor si dejar de darse cuenta de lo que esta pasando o darse cuenta que nuestro cerebro está en sus mejores días por toda la información que posee y que nuestro cuerpo no obedece. No les tengo paciencia a sus preguntas repetitivas ni a esas ganas de vivir en la calle con el riego de no saber quienes son o para dónde van, peor aún los reflejos que ya no son los mismos los convierten en un blanco fácil de ladrones, buses, bicicletas y mil cosas que les pueden causar daño. Y ahí radica parte de mi miedo, es la incapacidad de cuidarlos a todos, es el temor de que cuando llegue no tenga quien me cuide y en mi aspecto más personal es el inmenso temor de perder todos los días un poco más a ese tropos que todos los días se pierde más en su falta de memoria reciente que ya se está juntando con la memoria pasada, en fin ese inmenso miedo de no poder detener los pasos de la ancianidad en el cerebro de mi madre y tener la certeza de que en no mucho tiempo ese cordón umbilical se cortara del todo. Pensaran que soy un niño de mami que no ha salido de sus faldas, pues se equivocan pero eso no hace que me de menos miedo.

Así pues la lista de temores es muy larga y aquí puedes colocar muchos más temas, el miedo a no estar bello o bella, el miedo a no ser buena amante, porque los hombres somos malos polvos no malos amantes, el miedo a que se te caiga cualquier cosa, en fin es ese miedo a encontrarnos con la realidad lo que nos paraliza y no nos permite continuar.

Por eso la diferencia entre un cobarde y un valiente es que al valiente no le da miedo sentir miedo, así que amigos dejar de sentir miedo es una falacia, lo único que queda es saber a lo menos cuáles son los nuestros, por qué los sentimos y cómo los podemos hacer mas llevaderos.


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